Nuestro siguiente destino era Tlacotalpan, otro lugar declarado Patrimonio de la Humanidad, tomamos la carretera que cruza la sierra de los Tuxtlas, donde diversas erupciones volcánicas han formado un hermosos paisaje de cerros y selva. Nuestro primer encuentro con curvas más pronuciadas, barrancas y deslaves.
Cerro desgajado, ¿deforestación?
Paramos a comer en Acayucan unas picadas, más adelante nos desviamos para conocer Catemaco, pero después de ser acosados y seguidos por todo el pueblo para subirnos a una lancha no nos quedaron ganas de bajar, sin embargo esta región ofrece muchos más atractivos que brujos o monos.
Donde sí paramos fue en Las Brisas, una catarata muy visitada en el camino a Tuxtla. Esta zona es productora de tabaco, de camino se pueden observar la producción local en diferentes fábricas abiertas al público
Es muy interesante como va cambiando el paisaje, cuando empezabamos a bajar de los Tuxtlas y a adentrarnos en la llanura del Sotavento, los árboles eran cada vez más escasos y las cabezas de ganado aumentaban. Extensiones de pastizales y establos. Al otro lado de la carretera empezaban los pantanos, ahí fue cuando nos desviamos hacia Tlacotalpan, cruzamos un puente sobre el río Papaloapan que desenboca en el Golfo de México, y nos adentramos en una carretera rodeada de agua. A las vacas le llegaba el agua hasta las ubres, pero seguían pastando.
Muuuuuchas vacas
Entramos a Tlacotalpa casi al atardecer, encontramos un hotel enfrente de la cantina principal, a un costado del Zócalo. Era domingo, fuera de la cantina el pueblo parecía abandonado, las calles vacías, sin embargo las casas perfectamente pintadas le daban un aire mágico, como estar entrando a un lugar encantado. Nada más se metió el sol y la gente empezó a salir, los chavos daban vueltas en moto, las señoras se mecían es sus porches, las parejas caminaban de la mano, y los mosquitos se daban un banquete, mientras disfrutábamos los mejores ojos rojos (cerveza con clamato) en un local llamado Litrix.
La mañana siguiente salimos a averiguar porqué este pequeño pueblo era reconocido por la UNESCO, así que nos subimos una lanchita donde Juan Pirulí nos mostró las casas a la orilla del río, y contó de la «pamplonada» con toros cebús, que hace poco se había celebrado. Nos pareció una vista bonita pero no suficiente para despejar nuestras dudas. Así que contratamos los servicios de un guía llamado Armando, y gracias a este paseo nos enteramos que la mesa y sillas del Cabildo las habían traído desde Italia. Que los ebanistas tlacotalpeños son muy diestros para los muebles, retablos, pero sobre todo son los mejores para hacer los instrumentos musicales que acompañan el son jarocho como la jarana y el arpa. Que su economía se basa, en gran parte, en la ganadería. Que tiene un teatro muy bello, y un mercado afrancesado. Que aunque siga la controversia sobre si Agustín Lara nació allí o no, él lo consideraba su hogar. Que si te descuidas terminas metido en una trampa para turistas, pero que no importa porque en Tlacotalpan todo se cura y todo se olvida, hasta se cura el alma, que cuando es timada, perdón herida, es incurable.
Wooow! Que lindo!
Leerte es casi como estar ahi saboreando el aire…
Hermosisimas fotos…
By: Veronica on noviembre 30, 2008
at 7:10 am
The photo you questioned about possible deforestation…this is one of many deposits of fine volcanic rock. It is mined to be used in road building and sometimes mixed with cement fo building construction.
Also, you seemed to state that there were tourist traps and you were ripped off here? Where? I have lived here for 8+ years and have never heard of such a thing. Sorry you felt that way. Maybe its just the translation?…I’ll blame Google!
By: bill pandolf on mayo 22, 2011
at 4:28 pm
hello! thanks for your comment, the tourist tramps were in Catemaco, not in Tlacotalpan.
By: plastilupe on mayo 22, 2011
at 6:48 pm