Posteado por: plastilupe | agosto 31, 2009

Colima y su mar

Llevábamos varios meses en el Altiplano, la Sierra y el Bajío, y ya extrañábamos el mar. En mi mapa pude ver que a una hora y media de Colima podría estar en la playa más cercana. Traíamos nuestra casa de campaña, mucho antojo de mariscos y sobretodo la ilusión de dormir con el arrullo de las olas. Así que nos dirigimos a las Playas de Ébano, por sus arenas oscuras.
Escogimos Playa Paraíso, por su nombre y porque después de varias vueltas nos pareció la más tranquila y adecuada para acampar. Buscamos una palapa para protegernos del sol, ya que no es agradable despertar como un sauna dentro de la casa, y con la arena tan oscura a las once de la mañana caminar sobre ella es como hacerla de faquir sobre brasas ardiendo; lección que tuve que aprender en carne propia, siempre acostumbrada a las blancas playas de mi hogar.
Encontramos un lugar en una fonda familiar en la playa, nos cobraron $70 por noche por el espacio bajo sombra, un wc detrás de una cortina sin agua corriente y el uso de una mesa de la Corona, definitivamente el paraíso. Había poca gente en los alrededores, y hacia el sur se extendía la playa, la selva y el manglar.
Una vez instalados, pedimos unas ballenas (cerveza clara de 900ml), conectamos el ipod a nuestra bocinita portátil con música de Los StraitJackets (en el Caribe pongo a Bob Marley), iniciamos una partida de backgammon y nos reclinamos a disfrutar el atardecer.


Disfrutamos varios días en esta playa, caminando hasta que nos dolían los pies, comiendo pescado y cocos, observando a los surfistas disfrutar de las olas -casi todos chavos de Colima y Tecomán-, hasta que decidimos que si nos quedábamos más tiempo nunca saldríamos de ahí.
Nuestro próximo destino sería Manzanillo, pero antes pasamos a Cuyutlán. Un pequeño pueblo de veraniego, con la playa muy amplia, y olas altas. Tiene una zona muy grande de enramadas (pequeños restaurantes de mariscos), donde se puede comer muy rico a precios moderados. Visitamos el Museo de la Sal, ya que el pueblo cuenta con una salina a las afueras; es un pequeño recinto en una bodega de madera, dedicado a la historia de la salina y los métodos de extracción y obtención de la sal. También cuenta con una crónica del pueblo a través de documentos que hacen constar los primeros hoteles de principio del siglo XX, los turistas que llegaban en tren, el tsunami de 1932 que arrasó prácticamente con todo el pueblo; y a través de los relatos de las personas que atienden el museo, trabajadores retirados de la salina. Gracias a ellos pudimos enterarnos que todavía funciona y que se puede visitar los fines de semana. Por último visitamos el tortugario, donde se hacen recorridos educativos, y salen los botes para conocer el estero de Palo Verde.
Llegamos a Manzanillo por la tarde, una buena hora para recorrer el malecón y el muelle. Ahí pudimos observar a los niños saltar desde una plataforma, que en total sumarían unos seis metros hasta el agua, dando clavados, vueltas y giros. También hay familias pescando, o parejas de gringos sacando fotos. El centro de Manzanillo tiene un encanto especial con sus portales blancos, pero es una lástima que la zona esté tan abandonada, con algunas tiendas de souvenirs de mal gusto y callejones sombríos. Aquí también hay una atmósfera retro, con las villas y bungalows desde San Pedrito hasta la Bahía de Santiago, que nos recuerda los viajes familiares antes de resorts y los todo incluido. Pero ahora el puerto se enfoca al progreso, y a las oportunidades que tiene como la puerta de entrada del comercio con los gigantes orientales, el turismo es secundario.
La playa en Colima es una experiencia que va mucho más allá de unas ricas vacaciones en el mar, es un viaje en el tiempo, es disfrutar placeres tan simples como tomarse una Pacífico con limones frescos de Tecoman y sal de grano de Cuyutlan.

hogar, dulce hogar

hogar, dulce hogar

Salina de Cuyutlan

Salina de Cuyutlan

Estación de Cuyutlan (ojalá todavía pasara el tren y bajara vacacionistas)

Estación de Cuyutlan (ojalá todavía pasara el tren y bajara vacacionistas)

El puerto de Manzanillo

El puerto de Manzanillo

Fuju

Fugu

San Pedrito

San Pedrito


Respuestas

  1. Que bonita es la sal de mi pueblo ¡¡¡ al arrullo del aterdecer.. que bonitos se ven sus paisajes colmados de vida en mi bello Cuyutlan…

    • gracias por tu inspirador comentario Mariano, yo soy una enamorada de Colima, ¡saludos!


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