Aquí empieza un nuevo capítulo en este blog viajero. Un nuevo país se ve del otro lado de la reja. Los Estados Unidos nos esperan.
Este es el relato de dos personas, tres pasaportes y dos decisiones. La primera se tomó en la pequeña garita de Douglas, Arizona. Llegamos a Agua Prieta exhaustos de un viaje cruzando el desierto, y los pueblos intermedios desde Chihuahua. Seis horas en el coche, mediados de junio, sin aire acondicionado (por codos) y cuatro retenes. Nos esperaba una larga fila de coches por la calle paralela a la frontera, a la izquierda las casas, a la derecha una reja doble color café borderpatrol. Mientras, un ejército de ambulantes ofrecían paletas para el calor, fritangas para el hambre, dólares para pagar el permiso, seguro del coche por la ley y limosnas para la conciencia. Negocio redondo.
Cuando pasamos a la caseta de inspección todo era nervios y expectativas, como cruzábamos por primera vez por esa garita, nos pasaron a la inspección y a pedir el permiso. En una oficina prefabricada nos esperaban, con dos computadoras, tres agentes de migración (dos de ellos de origen hispano). Yo iba tranquila, confiada, había visitado los Estados Unidos muchas veces, tengo un pasaporte de la Unión Europea y no necesitaba la visa, y por lo tanto, creía ingenuamente, no habría ningún problema; en cambio, me preocupaba mi compañero, con su pasaporte mexicano y su visa, ¿y si no le aceptaban sus papeles?, ¿y si no servían sus comprobantes de ingresos?…
Pues he ahí que para cualquier agente de migración de un pueblito perdido en desierto el bicho raro era yo. “¿Qué es eso de la doble nacionalidad? ¿Porqué si vive en México y nació en México presenta un pasaporte español? … algo no cuadra en mis algoritmos… mejor lo checko con mi supervisor.” Diez minutos después: ENTRADA DENEGADA.
Ese fue la primera decisión que cambió el curso del viaje, pueden imaginarlo como un mapa y una línea punteada con rueditas que se va moviendo: Chihuahua a Agua Prieta aquí choca con la frontera y regresa a Chihuahua, luego baja a Torreón, baja más a Tlaxcala, y luego hacia el sureste a Mérida, espera unos días en Cancún para que le den su visa, regresa a Tlaxcala, sube hasta Monterrey y llega a Nuevo Laredo.
La ansiedad, los nervios, el pesimismo, todo tipo de ideas pasaban por mi cabeza cuando nos desviamos de la carretera a Laredo, para dirigirnos hacia Colombia, y el Puente Internacional Solidaridad. De entrada todo el camino lo hicimos en carretera de cuota, así que solo hicimos dos horas desde Monterrey y ahora sí con a/a, solo nos topamos con un retén llegando al puente donde un militar nos pregunto con tono muy desenfadado si no traíamos “nada que no debíamos traer” ¡¡¿¿??!! Una vez cruzado el puente, donde la frontera es el Río Bravo rodeado de vegetación, sólo nos encontramos con un coche delante para llegar a la caseta. El oficial que nos atendió, nos preguntó, en un buen español, por donde habíamos venido desde Cancún, ya que él cruzaba por Matamoros cuando iba para allá con su esposa, y quería saber si ya había otra forma de llegar sin cruzar por la Ciudad de México. Pasamos a pedir nuestro permiso, ahora sí con pasaporte mexicano, visa y un portafolio lleno de papeles comprobando hasta las calificaciones de la primaria. En menos de dos horas ya estábamos manejando en las carreteras texanas. Fue suave e indoloro, yo esperaba lo peor, imaginaba todo tipo de cuestionamientos, inspección de cavidades y dolores de cabeza. Sólo pagamos 12 USD por el permiso para viajar más allá de 25 millas de la frontera. Ni siquiera revisaron el coche.
Esta fue la segunda decisión que abrió la puerta a un nuevo viaje.
Algunas conclusiones que pude sacar de este pequeña experiencia, como mexicana y española que cruzó por primera vez por tierra:
– Nunca confiarse, nada está asegurado
– La imagen sí cuenta
– Checar las condiciones para entrar a Estados Unidos: Aduanas, Información oficial sobre visas
– Llevar un comprobante de ingresos (nómina y estado de cuenta), de domicilio, o credencial de la escuela si se es estudiante.
– La desición final no es un asunto personal, no importa que tan simpático seas, si no compruebas tus declaraciones con papeles vas de regreso.
que chido q hicieron este viaje sin shorts caquis y a los 50 jeje love u mi lupis
By: val on abril 4, 2010
at 12:15 pm
“nada que no debíamos traer” XD estos agentes del orden….
muy buen post, me gusta cómo lo redactaste y estructuraste, enhorabuena 😉
con la nacionalidad española también necesitas una visa, verdad? no basta únicamente con el pasaporte europeo.
espero que disfrutes del viaje y nos lo cuentes tan bien como lo has empezado!
yo también tengo un blog de viajes, échale un ojo si quieres 😉
http://www.guia-de-viajes.com.mx/
gracias!
By: Toni Espinosa on abril 10, 2013
at 5:54 am